23 abril, 2024

Se acerca el final de Cristina Kirchner, sólo intenta prolongarlo

Siempre luche contra un método de hacer política. No con personas. Vengo denunciando a los Kirchner desde ante que llegaran al poder nacional.

Por Gabriel Rodriguez

Siempre luche contra un método de hacer política. No con personas. Vengo denunciando a los Kirchner desde ante que llegaran al poder nacional.

Muchos antes, de que nadie se animara a soplarle o estornudarle a quiénes tuvieron el mayor poder de la historia argentina y también la mayor corrupción.

Mucho antes, incluso, de la Resolución 125 que fue lo que le permitió a la sociedad tomar nota de lo que eran capaz los Kirchner y fue un quiebre.

Nunca me metí con las personas y la familia. Siempre fue al modo de gobernar. Cuando hice referencia a alguna situación personal, fue para referirme a las consecuencias políticas de determinadas conductas personales. Es que la personalidad de Néstor y Cristina Kirchner ha tenido su gestión.

Ellos han ido cambiando su discurso, alianzas y políticas a lo largo del tiempo; siempre según su conveniencia.

Han sido procesistas, Menemistas, Duhaldistas. Fueron librecambistas, proteccionistas y hoy aislacionistas, Han estado en el peronismo rancio, para irse y crear el Frente Para la Victoria, luego la transversalidad, que fue un puente que se pavimento para la claudicación y rendición de quienes iban a sus pies.

Fueron críticos de pejotismo y de los métodos lopez reguistas del PJ, críticos de los barones del Conurbano y los sindicalistas mafiosos, para luego abrazarse a ellos.

Hoy en las malas, Cristina te dice que investigar su corrupción es un ataque al peronismo, del cual se muestra como más conspicua representante.

He visto, en estos 25 años, a muchos dirigentes que se decían opositores, pasar a ser kirchneristas, criticar su corrupción y luego defenderla, volver a ser opositores. He visto kirchneristas que han dejado de serlo, hace mucho tiempo o recientemente. Mi posición, lucha, denuncia y testimonio, ha sido siempre el mismo.

Es la corrupción, el autoritarismo y la violencia, la falta de transparencia y el accionar antidemocrático permanente contra lo que luchamos.

Yo los denuncié en la cresta de la ola, nunca hemos hecho leña del árbol caído. Las cosas que hoy decimos y muchos tildan de duras son las que dijimos siempre.

Lo importante es la corrupción que asoló a nuestro país y ha sido una calamidad.

El fiscal Luciani confirmo en sus alegatos, lo que venimos denunciando desde Santa Cruz, la monumental corrupción de ayer, produce la miseria de hoy. Que tome nota Grabois que protesta contra su gobierno porque aumentó el hambre.

Lo siniestro de ese pacto de corrupción que prueba el Fiscal Luciani, con Cristina Kirchner, como cabeza de esa asociación ilícita, es que con el dinero robado se hubieran construido gasoductos, que nos convertían hoy, en uno de los principales países exportadores de energía.

Hoy las obras en el sur del país, están abandonadas, paradas, en crisis y mal planificadas, por una falla geológica y Río Turbio igual sigue parado sin sacar carbón, pese a que Alemania volvió al carbón por la crisis energética.

Acá dilapidamos millones de dólares en gas licuado y no podemos sacar ni nuestro carbón ni producir energía hidroeléctrica por los negociados y la corrupción.

El gobierno en lugar de tantos enroques políticos entre gente intrascendente debería regularizar las obras para producir energía, hoy todas mal manejadas. Los enroques políticos entre funcionarios cada vez más inoperantes no les cambian la vida a los argentinos.

La corrupción de la obra pública ha sido aluvional e inopinable, se llevó puesto al Gobernador de Santa Cruz Sergio Acevedo. A Horacio Rosatti, cuando como ministro de Justicia de Néstor Kirchner, quién renuncio antes de aprobar los sobreprecios de Julio De Vido en la obra pública de cárceles.

Roberto Lavagna, Matías Kulfas y hasta María Eugenia Bielsa se fueron del gobierno de los Kirchner en distintos momentos denunciando la corrupción de la obra pública y confesando que el gobierno robaba.

Ni que hablar de los jueces y fiscales depuestos, renunciados, o removidos de investigaciones claves de la corrupción del kirchnerismo. No es progresista ser ladrón.

Si en este cuarto de siglo hubiera pensado electoralmente en mi conveniencia no hubiera dicho todas las cosas que dije. Pero la política no se hace por intereses personales o por la búsqueda de un cargo.

Por eso, que el legado en política no son los cargos, sino las ideas y los aportes al país. El legado son las ideas que dejamos y las acciones son las que acreditan esas ideas.

Desde que volvió el Kirchnerismo, dijimos que sin Cristina delincuente no había Alberto presidente.

Que vendrían reformas electorales, judiciales y de la Constitución Nacional. Que el objetivo de la Vicepresidente no era sólo su impunidad, sino quedarse para siempre y que no tendía empacho en cometer nuevos delitos y hacerles a otros cometer delitos, tal como aconteció recientemente con los funcionarios de la UIF y de la oficina anticorrupción, que no cumplieron sus deberes procesales en la causa de la obra pública.

Que teníamos un presidente testimonial, que nunca asumió, que era bueno para hacer los mandados, pero no para gobernar. Que Cristina nunca lo había perdonado, que lo iba a humillar y luego iría por él. Que usarían el odio como excusa para odiar. Que iban a poner en crisis la democracia, la verdad y las instituciones; que íbamos a Santa Cruz, a una autocracia familiar consanguínea y hereditaria.

Planteamos que Carlos Menem tenía que ser el último político en escaparse de la Justicia y que la nueva contradicción fundamental de los argentinos es que o hay Cristina o hay justicia, que es lo mismo que planteo el fiscal Luciani al decir es corrupción o justicia.

Cada elección es una final para Cristina para evitar su destino que es la cárcel del exilio. Por eso cuando están mal apelan a todas las trampas. La manipulación electoral. Cristina no tolera ser juzgada.

Por eso, el senador Parrilli, aparece diciéndole mafioso a los jueces. Es un patovica ni siquiera un patotero. No se le puede contestar en serio a una persona al que la Vicepresidente ya lo califico en sus audios.

Lo mismo ocurre con el senador Mayans que pide parar las investigaciones contra Cristina. Amenazan con el conflicto social, que ellos mismos propician generar para que la justicia no condene a Cristina Kirchner.

Están diciendo que van a cometer delitos si se la juzga a Cristina, Que si eso ocurre van a desatar una guerra. Quieren un escenario de guerra. En la guerra lo primero que muere es la verdad.

Los presos en el peronismo difícilmente han sido peronistas. Es más factible que vaya preso Massa que Cristina, o Donda que Máximo.

El peronismo recorre a la derecha y no se compromete nunca con los compañeros, que son cómplices no compañeros. En esta sociedad liquida las cosas pasan rápido, pero los pueblos no olvidan.

En el peronismo los presos son María Julia Alsogaray, Alderete, Boudou, que se cuiden los que tienen antecedentes en esos partidos.

A quién recurren, y recurren a la derecha. Van a Puerto Madero no van a Sierra Maestra. Después dicen por ejemplo que el peronismo nunca reprime; y tienen más de 1500 muertos de la triple A.

A Cristina le cerraron el cajero con los dedos adentro a esta pobre mujer desesperada y desencajada. Hay que hablar, a la vez, del fenomenal ajuste que está haciendo Massa. Ajusta lo que queda del año para poder gastar el próximo año en campaña.

Cristina solo busca un maquillaje y lavada de cara para llegar mejor a las elecciones y aplicar su plan «espejito de colores 2023».

No buscan estabilidad porque adoran la discrecionalidad. No buscan que las cuentas y finanzas publicas estén equilibradas sino descargar un poco el presente sobrecargando el futuro. Corto plazo al palo y ausencia de proyectos y políticas de largo plazo.

Hay un error de génesis, un error original, para no decir un pecado original, Cristina cree que los jueces oficialistas son de ellos y se equivoca. Esta acostumbrada a eso en Santa Cruz. En todo caso los jueces oficialistas siempre son oficialistas y los buenos jueces siempre son buenos jueces. La garantía de la república son los buenos jueces. No se le puede pedir ni exigir complicidad a los jueces.

Al manual para corruptos progresistas de Cristina, le faltaron dos capítulos. Justificar la expoliación de los recursos públicos y privados (especialmente el campo) con un relato épico, a la bolivariana.

Y el otro capítulo, es cómo regenerar cajeros genuflexos y confiables, luego de la extinción de sus cajeros históricos, al caer presos y ser echarlos al agua por Cristina, sin piedad. Hoy a nadie le gustaría estar en lugar de López o De Vido, ya es proverbial la crueldad y ausencia de códigos de Cristina con sus subordinados. Son todos piezas descartables de esa gigantesca matriz de la corrupción que describió con lujo de detalles el fiscal Luciani.

Cristina no es Menem, el mismo PJ le va a hacer la zancadilla, son años de humillación. Lo que pasa que por ahora nadie se anima.

Por eso la oposición no puede sumar a los arrepentidos que generaron los problemas.

Si estamos esperando sumar a Massa, Randazzo, Urtubey estamos embromados. Son los que posibilitaron la vuelta de Cristina superpoderosa y éste atropello institucional. Si necesitamos para ganar a estos personajes no tenemos futuro y no hay cambio posible. Los dirigentes con prontuario no se reciclan. La gente va a rechazar los rejuntados.

Y el mejor alumno de esta ética de la traición es Massa, por algo está donde está.

El reparto del poder dentro de la coalición oficialista, donde todos se traicionan, no difiere mucho de cómo se disputaba el poder dentro del Cartel de Medellín una vez muerto Pablo Escobar.

No reina la confianza entre sus miembros sino el temor al desplazamiento violento por sus pares.

Por eso cuando afirmamos que el plan de Cristina Kirchner era la demolición institucional, todos estos sucesos dentro de su propio gobierno lo confirman.

Por el desayuno se sabe cómo será el almuerzo. Cómo Cristina comenzó con Alberto nos muestra cómo será con Sergio Massa.

En décadas de kirchnerismo el poder judicial de Santa Cruz no condenó a ningún corrupto. Tampoco su Tribunal de Cuentas con funcionarios ultra K nunca recuperó un solo peso de las millonarias sumas con que se estafó a un Estado bobo.

Sin duda este es el tipo de órganos domesticados que quieren para nuestro país.

Hoy esa parasitación La Cámpora la hizo extensiva a todos los organismos públicos que controla. Urge una desinfección con más República y menos parásitos.

El actual estado de quiebras de las Reservas del Banco Central contrasta con la obscenidad de los millones de dólares en propiedades del Consorcio Báez-Kirchner que hoy nos describió el Fiscal Luciani. Mas República y menos parásitos para reconstruir Argentina.

Nos han legado un Estado mendicante con un pasado rico. Pasar la gorra en el extranjero como un hecho habitual. Salen a mendigar los mismos que produjeron el mayor latrocinio en la historia argentina.

Hay 386 informes de dominio de propiedades solo en Santa Cruz en los que figuran Báez, sus hijos y siete de sus empresas o sociedades vinculadas inscriptas en el Registro de la Propiedad Inmueble de Santa Cruz.

Estancias, terrenos, chacras, e inmuebles. La ceguera del fanatismo fundamentalista k es peligrosa. Dicen que el fiscal Luciani no tiene pruebas. Los 386 informes de estado de dominio dan cuenta del cuantioso enriquecimiento del consorcio que opera de testaferro de Cristina.

Con las 415.000 hectáreas de campo compradas por el Consorcio Báez-kirchner producto de la corrupción con la obra pública hubieran podido dar a cada argentino un pedazo de tierra para producir si fuera cierta su «revolución» o «liberación’. No lo hicieron porque son simples ladrones que venden una falsa utopía para robarse la tuya.

La imputación del fiscal Luciani a Máximo en la causa de corrupción de la obra pública desestabilizó a Cristina. De ahí su premura para despegarlo a cualquier precio.

Se viene la reedición del cacareo por el «lawfare» y la disparatada teoría de la proscripción.

Con una justicia desbaratada y quebrantada como en Santa Cruz, jamás hubiese estado en el banquillo de los acusados.

Cristina no está proscripta solo le llegó la Justicia. Quienes fueron proscriptos por el kirchnerismo durante años han sido los argentinos; proscriptos de salud, alimentación, educación, justicia, libertad, trabajo, jubilaciones y desarrollo.

El pedido de condena ejemplar del fiscal Luciani nos muestra que el pueblo ni la historia absuelven a Cristina, como ella había anticipado parafraseando a Fidel; con el cual va a compartir haber dejado a su pueblo en la pobreza.

Con la corrupción organizada desde el poder con un sistema piramidal que parásito el Estado atentaron contra el orden democrático y violaron los derechos humanos.

En la historia argentina pre Menem, todos los políticos apenas imputados o procesados renunciaban para someterse a la Justicia.

Los Kirchner criticaban a Menem y usaron su doctrina para atornillarse en el poder aun con procesamientos firme.

¿Cuándo cambio la política y se perdió todo sentido del honor? Eso es lo que hay que recuperar y vemos que hoy tienen las democracias más avanzadas del mundo.

Los restos de institucionalidad que no pudo terminar de demoler Cristina hoy la ponen en el banquillo y la colocan en un lugar privilegiado de la historia de la decadencia argentina.

La Vicepresidente tira del mantel o pretender echar a todos al barro, como ya hizo con su propio Presidente.

Nada salva a Cristina de ser el artífice de la mayor matriz de corrupción que registre la historia argentina. Aunque use la inteligencia del estado para indagar en la vida y relaciones íntimas de los magistrados, una velada intimación que nos confirma las peores sospechas del caso del fiscal Alberto Nisman.

A Cristina la defiende La Cámpora y es entendible. Son los hijos de la corrupción.

Una organización delictiva piramidal con esquema de distribución mafiosa del poder, roles y funciones que parásito el Estado y lo privatizó para ellos: también está dispuesta a robarse una elección, desde el fraude electoral, por eso no quieren ficha limpia y boleta única papel y más elementos de transparencia, al contrario, quieren ley de lemas y farsas electorales.

Si, la manipulación electoral como un apéndice de la matriz concebida para robar y perpetuarse en el poder. No se puede bajar los brazos y dejar un vacío frente a la corrupción, el crimen y la violencia.

Todo este ataque a la Justicia, a la verdad y a la democracia es también en última instancia para que Máximo se salve y tenga un futuro en el esquema del poder.

La sola mención del fiscal Luciani a la inocultable participación de Máximo en esta matriz piramidal de corrupción de la obra pública, descolocó a La Cámpora e impulsada por CFK, salió desaforadamente a atacar a la Justicia y alterar la paz social.

Queman las naves por la impunidad. Buscan preservar a Máximo, como único heredero y continuador de esta dinastía corrupta que les permita subsistir rapiñando de los fondos de los argentinos.

En los ´90 si pedías juicio y castigo eras progre hoy si pedís lo mismo contra los corruptos sos incitador al odio y objeto de la cultura de la cancelación cultural por el fundamentalismo K.

Pretenden ganar la batalla cultural como en los 70. Y se comprobó que la «revolución» que pregonaban fue muerte y violencia que trae pobreza.

La sociedad «deconstruida» es aquella que resigna los valores republicanos y la división de poderes, privilegiando los supuestos derechos sociales que les garantiza su líder populista, cuando en realidad se propicia el pobrismo ciudadano. Esa es la visión decadente del camporismo emulando al chavismo.

Resulta paradójico que quienes reivindican la violencia armada de los ´70, hoy se quieran erigir en árbitros del discurso «antiodio», propiciando un discurso único que pretende cancelar figuras de la Justicia, de la cultura, del periodismo y de la política, entre otras. No pasarán.

Nos jugamos, si una sola persona va a poder concretar su demolición institucional y derrotar a la república. Los argentinos vamos a cruzar el Rubicón convencidos no de dejar atrás al populismo.