3 mayo, 2024

Saraceno: «La influencia del mundo del arte es mínima»

El arte, la ciencia, la filosofía y la naturaleza se conjugan en las creaciones del artista y arquitecto Tomás Saraceno, nacido en Tucumán y afincado en Alemania, quien llegó a Buenos Aires para participar en la 25 edición de la feria arteBA.

El arte, la ciencia, la filosofía y la naturaleza se conjugan en las creaciones del artista y arquitecto Tomás Saraceno, nacido en Tucumán y afincado en Alemania, quien llegó a Buenos Aires para participar en la 25 edición de la feria arteBA donde se exhiben dos series de sus más recientes esculturas, y en el marco de los preparativos para su primera exposición individual en el país, en 2017 en el Museo de Arte Moderno de Buenos Aires.

Saraceno

«Foam» («Espuma») se titula la primera serie de obras que se pueden ver hasta el domingo en el sector U-Turn de la feria, suerte de móviles que penden del cielorraso y en los que lo experimental se hace presente a través de ideas que van de lo mínimo a lo universal: reproducir o magnificar a través de coloridos fragmentos de plexiglás ese efecto que ocurre cuando las burbujas de una bebida se arremolinan unas con otras dentro de un vaso.

La idea parece sencilla y el resultado es un gran impacto visual. «Es una especie de dodecaedro irregular o un tetratricontraedro», dice Saraceno en una entrevista con Télam, y condensa en pocas palabras sus múltiples inquietudes desde la ciencia hasta el arte, desde la arquitectura hasta la naturaleza.

La segunda serie de móviles están inspiradas en la morfología de las telas de araña, una temática que por estos días apasiona al artista, al punto de haber desarrollado un método para escanear las complejas tramas tejidas por los arácnidos, una suerte de digitalización que ahora mismo -gracias al aporte de Saraceno- está mejorando el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT).

«Desarrollé un método para poder escanear telas de arañas que tienen un grado de complejidad que nunca fue estudiado porque no existía una metodología para poder abstraerlas. Gracias al método que desarrollé se están pudiendo abrir nuevos estudios. La tela es tan finita. Cualquier foto de una tela de araña es súper injusta, es casi imposible de observar en su complejidad», explica. En sus incesantes búsquedas, el artista llegó a colaborar también con la NASA y con la Agencia Espacial Francesa.

De tucumano tiene poco y nada, dice el arquitecto que logró llamar la atención en el mundo internacional del arte contemporáneo con obras impactantes como «In orbit», una inmensa instalación transparente de esferas conectadas entre sí, como una inmensa red para ser recorridas, a 24 metros de altura -puro vértigo- en Düsseldorf; o su instalación «Cloud City», una constelación de módulos interconectados, inmensos, que exhibió en la terraza del Museo Metropolitano de Nueva York.

Difícil decidir a dónde pertenece este artista que nació en 1973 en Tucumán, se exilió con sus padres en Italia, donde residió hasta los once años, regresó a la Argentina para instalarse en San Luis, realizó sus estudios de arquitectura en Buenos Aires y emigró finalmente a Frankfurt primero y a Berlín después, donde vive desde hace quince años.

Las categorías se vuelven inasibles a la hora de pensar sus obras, e incluso parecieran incomodar a Saraceno, que al hablar prefiere palabras como constelaciones, cosmos, universos.

«Ahora estamos entrando en el Antropoceno» -señala y vuelve al discurso científico-, la nueva era geológica en la que el planeta está cambiando y es producto del hombre, que se transformó en la fuerza más grande que pueda generar un cambio, por ejemplo climático. Y es una fuerza bastante autodestructiva. Hay que tener mucho cuidado. Es muy poca la cantidad de gente que produce el cambio y muchos los que sufren las consecuencias».

«Entonces, podemos ‘desantropocenizar’ el planeta tierra, inventar algunas terminologías, aprender otros lenguajes, diálogos y otras formas de comunicación, como el de los arácnidos. Si no queremos correr el peligro de extinguirnos. Y el arte logra expandir esas fronteras, incluir otros lenguajes de este mundo en el cual creemos que vivimos solos, con demasiada arrogancia. Volver a creer en nuestros instintos».