23 mayo, 2025

Ruta 52: El camino que conecta Mendoza con un paraíso cordillerano

A una hora de Mendoza capital, la Ruta 52 conecta paisajes naturales y patrimonio histórico en Villavicencio. Entre montañas, humedales y un hotel icónico, este recorrido ofrece una experiencia única en la Cordillera de los Andes. Ideal para amantes de la naturaleza y la tranquilidad.

Por Maria Cruz* 

Ubicada a tan solo una hora en auto desde el centro de la ciudad de Mendoza, la Ruta Provincial N°52 ofrece una experiencia única entre paisajes que combinan historia, naturaleza y encanto. Este camino, que inicia asfaltado y culmina en un tramo de ripio, conecta al viajero con la Reserva Natural Villavicencio y se extiende hasta Uspallata, en plena Cordillera de los Andes.

Un recorrido entre montañas

El asfalto se detiene al llegar al pórtico de ingreso al predio del icónico Hotel Villavicencio, una joya arquitectónica que en su época recibió visitantes en busca de tratamientos termales. Este edificio histórico, rodeado de paredones naturales, humedales y vertientes, refleja la riqueza hídrica y la biodiversidad que caracterizan la zona.

Con cada kilómetro recorrido, el visitante se adentra en un paraíso de paz donde el trinar de los pájaros y el murmullo del viento son los únicos sonidos protagonistas. La ruta, flanqueada por majestuosas montañas, invita a explorar paisajes que rememoran épocas pasadas, cuando el lugar era reconocido por sus aguas termales.

Historia de Villavicencio

El hotel, fundado por Ángel Velaz, utilizaba un sistema avanzado para su época: una caldera que calentaba agua a temperatura termal, distribuyéndola a las habitaciones a través de cañerías. Este método permitía a los huéspedes tratar dolencias con prescripción médica, consolidando a Villavicencio como un destino de bienestar.

Más allá del invierno

Aunque Mendoza es mundialmente famosa por sus viñedos y como punto clave para el turismo enológico, también ofrece destinos como Villavicencio que trascienden las estaciones. En invierno, las montañas cercanas son ideales para el esquí, pero durante el verano, el paisaje se transforma, invitando a caminatas y a la conexión con la naturaleza en su estado más puro.