28 abril, 2024

Los docentes de la provincia de Buenos Aires comparten la emoción por la vacunación

Ya son casi 150 mil los trabajadores de la educación que se inocularon con la Sinopharm en la Provincia. Comparten la emoción por inmunizarse para poder acudir a clases presenciales a ver a sus alumnos.

Por Alejo Pombo

Ya son casi 150 mil los trabajadores de la educación que se inocularon con la Sinopharm en la Provincia. Comparten la emoción por inmunizarse para poder acudir a clases presenciales a ver a sus alumnos.

Docentes bonaerenses de todos los niveles educativos continúan recibiendo las vacunas contra el coronavirus con una sensación de «alivio y alegría» porque se acercan a una «nueva normalidad» de clases presenciales, tras ser inoculados cerca de 150 mil trabajadores del sector.

Así lo expresaron maestros y auxiliares que recibieron ayer su inmunización en la sede distrital de Suteba, ubicada en pleno centro de la localidad de Adrogué, uno de los 547 vacunatorios distribuidos en la geografía provincial que ya inmunizaron con la primera dosis a 148.995 docentes y auxiliares.

Los 547 lugares de vacunación en la provincia de Buenos Aires están ubicados en 172 hospitales provinciales y municipales; 187 postas; 60 puntos IOMA; geriátricos y 148 Instituciones públicas y privadas que incluyen Unidades de Pronta Atención (UPA), universidades, polideportivos municipales, clubes, Estadio Único e Hipódromo de La Plata, espacios culturales, centros de jubilados y Puntos PAMI.

En ese marco, desde que a principios de marzo llegaron a la Argentina desde China las vacunas Sinopharm, maestros, profesores y auxiliares reciben la primera dosis de su inmunización.

En filas que se extienden unos 50 metros en una calle arbolada y silenciosa, la sensación unánime que transmiten las expresiones de los educadores es de «alivio y alegría» por el regreso a las clases presenciales con protocolos para evitar contagios.

Pero también se pone de manifiesto en esos docentes la reivindicación de la «vocación de servicio» que en pandemia debieron poner de manifiesto, con su adaptación a nuevas realidades para seguir transmitiendo conocimientos y acompañando a sus alumnos.

«El año pasado fue muy duro. Estuvimos sosteniendo la continuidad educativa de mil maneras. Tuvimos que aprender a editar videos y también visitamos a los chicos que no tenían forma de conectarse», afirmó Claudia, maestra de primer grado en una escuela de Burzaco.

A su turno, Patricia, que trabaja desde hace varios años como auxiliar docente en la Secundaria 64, no ocultó su emoción, y se manifestó «chocha» por poder dejar atrás «el peor año» de su vida.

«A mi me agarró una depresión grande, porque yo estoy acostumbrada a levantarme, al contacto con los docentes, con los chicos. Quería que llegara este momento», relató la mujer, emocionada.

Al tratarse de una vacunación voluntaria, todos los que están allí, lo hacen convencidos de resguardarse personalmente del virus o «para proteger a los otros», como afirmó Verónica, una maestra de grado que espera que llegue el momento de «inmunizar a todos» y así dejar de temer por la salud de su abuelo y su hija.

Silvia y Cristina, que dan clases en una escuela rural de la localidad de Ministro Rivadavia, se anotaron «el primer día con una confianza ciega» y sin dar crédito a los agoreros.

«Yo tengo el brazo lleno de vacunas. Mi mamá nunca preguntó quién la fabricaba, confiaba en el Estado. Nosotros tenemos la marca de la viruela y los chicos ya no, y eso es porque esa vacuna funcionó. Nosotras nunca creímos en lo que decían en los medios cuando cuestionaban las vacunas», señaló Silvia.

«Cuando me sonó el teléfono me puse a saltar. Mi esposo, que también es docente, se anotó 5 días después y estaba como loco», contó Cristina. Las vacunadoras destacaron las sensaciones de los que se inoculan.

Por caso, Mónica contó: «Están todos muy emocionados y contentos y quieren el recuerdo de un momento histórico. Nos ha pasado que alguno que decía que no quería su foto, pero cuando entraba a la sala, al ver a los otros, la pedía también».

Fila de docentes en la sede de Suteba, en Adrogué, para recibir la vacuna y empezar su inmunización contra el Covid-19. «No importa de dónde venga, si es la china vamos a aprender a comer con palitos», bromeó uno de los docentes. «El año pasado trabajamos mil horas y fue muy duro escuchar que algunos dijeran que no hacíamos nada o que no queríamos volver», sostuvo una de las docentes.