Fracaso argentino en el Mundial de Clubes: Boca y River, eliminados con papelones y sin triunfos ante europeos
Este fracaso colectivo fue aprovechado por el presidente Javier Milei, quien volvió a instalar el debate sobre las Sociedades Anónimas Deportivas (SAD). Más allá de la polémica, el diagnóstico parece compartido: el fútbol argentino necesita un cambio profundo. La pasión de las tribunas permanece intacta, pero la competencia de alto nivel exige algo más que mística e historia. El Mundial de Clubes lo dejó claro: el fútbol argentino, así como está, ya no compite.
Por María Cruz*
Los dos gigantes del fútbol argentino quedaron fuera en fase de grupos del nuevo Mundial de Clubes 2025. Ni Boca ni River pudieron superar a rivales europeos y protagonizaron actuaciones que dejaron una imagen preocupante a nivel internacional.
Ambos equipos fracasaron en el torneo más esperado del año. Mientras los clubes brasileños avanzan con solidez, los argentinos siguen apostando a la mística y tropezando con su propio desorden.
El Mundial de Clubes 2025 dejó al descubierto las debilidades del fútbol argentino. Boca y River, los máximos exponentes del país, no lograron superar la fase de grupos, se despidieron sin victorias ante equipos europeos y dejaron un saldo negativo que incluye papelones deportivos, fallas estructurales e incluso cuestionamientos políticos.
Boca comenzó su camino con un empate ante Benfica y una derrota ajustada frente al Bayern Múnich. Sin embargo, su eliminación quedó sellada con un insólito 1-1 ante Auckland City, un equipo semiprofesional de Nueva Zelanda. El gol rival fue convertido por un maestro de escuela, y el Xeneize no supo romper el cerrojo ni imponer su jerarquía, firmando una de las peores actuaciones internacionales de su historia reciente.
River, por su parte, inició con una victoria ante Urawa Reds de Japón y un empate sin goles con Monterrey. Llegó con chances al partido decisivo contra el Inter de Milán, pero la ilusión se esfumó con una derrota por 2-0, marcada por expulsiones, desorden táctico y escándalos sobre el final. La eliminación dejó expuesto al plantel de Gallardo y a la dirigencia, que apostó fuerte por un regreso triunfal al plano internacional.
En contraposición, los cuatro equipos brasileños (Flamengo, Palmeiras, Botafogo y Fluminense) no solo clasificaron a octavos, sino que lo hicieron venciendo a potencias como PSG y Chelsea. El contraste es demoledor: mientras los argentinos repiten errores, los brasileños marcan el ritmo del fútbol sudamericano y ahora también global.
La decadencia del sistema argentino no es nueva. El torneo de 30 equipos, la crisis dirigencial, las deudas con refuerzos costosos y la falta de un proyecto sólido profundizan la distancia con el fútbol de élite. Como reflejo, los clubes nacionales pasaron de disputar finales mundiales a caer en fases tempranas contra rivales menores. Las glorias de décadas pasadas parecen hoy más lejanas que nunca.