5 mayo, 2024

«Argentina: Una crisis persistente y la amenaza continua de la pobreza»

Esta semana, los datos de pobreza e indigencia en Argentina han revelado una verdad cruda y dolorosa: el 40,1% de la población, aproximadamente 18.5 millones de personas, no puede satisfacer sus necesidades básicas.

Por Ale Pombo

Esta semana, los datos de pobreza e indigencia en Argentina han revelado una verdad cruda y dolorosa: el 40,1% de la población, aproximadamente 18.5 millones de personas, no puede satisfacer sus necesidades básicas.

Este número ha aumentado constantemente desde el inicio del mandato del Presidente Alberto Fernández en diciembre de 2019, creando 2.120.000 nuevos pobres. Las promesas de un mejor estándar de vida parecen haber quedado en el olvido mientras 1.662 personas caen por debajo de la línea de pobreza cada día bajo el actual Gobierno.

Lo más alarmante son los datos sobre indigencia y, en particular, la situación de los niños pequeños. Actualmente, 4.3 millones de personas en Argentina no pueden alimentarse adecuadamente. La indigencia ha aumentado en 560.000 personas desde el inicio de esta gestión. Los niños menores de 14 años son los más afectados, con un impactante 56,2% de ellos viviendo en la pobreza y el 13,6% en la indigencia. Este grupo representa el futuro de Argentina, pero actualmente enfrenta la amenaza de la malnutrición y la falta de educación adecuada.

Para poner esto en perspectiva, Argentina tiene tantos pobres como la población total de Chile, seis veces la población de Uruguay, cuatro veces la de Noruega, tres veces la de Paraguay, el doble de la de Bolivia y 6,900 veces la de las Islas Malvinas. En comparación con otros países latinoamericanos, los números de Argentina son preocupantes: mientras que Colombia tiene una tasa de pobreza del 36,6%, Bolivia del 36,3%, Perú del 27,5%, Paraguay del 24,7%, Brasil del 22,3%, Uruguay del 9,1% y Chile del 6,5%.

Argentina está inmersa en una crisis sin precedentes en su historia reciente: una inflación creciente, salarios insuficientes, una moneda en constante depreciación y una carga impositiva que asfixia al sector privado y ahuyenta la inversión extranjera. La necesidad de cambios profundos y urgentes es innegable. Si no se realizan las reformas necesarias para volver a encaminar al país hacia la normalidad económica, la pobreza de hoy será solo una muestra de la pobreza que enfrentaremos en el futuro.