2 mayo, 2024

Unos 300 mil peregrinos honraron a Cristo en Renca y Villa de la Quebrada

Alrededor de 300.000 personas participaron de las fiestas religiosas de los santuarios de Renca y Villa de la Quebrada, que congregaron a peregrinos que llegaron desde diversos puntos de San Luis, provincias vecinas y países limítrofes.

Alrededor de 300.000 personas participaron de las fiestas religiosas de los santuarios de Renca y Villa de la Quebrada, que congregaron a peregrinos que llegaron desde diversos puntos de San Luis, provincias vecinas y países limítrofes.

Fuentes policiales informaron que unos 200.000 fieles asistieron a las celebraciones en Villa de la Quebrada, de los cuales 20.000 lo hicieron a pie cumpliendo las promesas por los pedidos realizados al Cristo, y otros 90.000 eligieron el santuario de Renca para manifestar su devoción por los santos más venerados en la provincia.

La ceremonia principal en Renca, a 154 kilómetros de la capital puntana, fue la misa que el obispo Pedro Martínez ofició el martes y en la que estuvo el vicegobernador, Carlos Ponce.

Monseñor Martínez convocó a “llegar a los pies de Cristo, cada uno con sus pecados, debilidades, dolores físicos y morales”, y a “dejarse amar por Cristo, dejarse acompañar por Él que, desde su cruz, nos ayuda a llevar la nuestra”.

Antes de finalizar su homilía el obispo transmitió la bendición que envió el papa Francisco a toda la provincia de San Luis por las festividades de los dos cristos.

Por la tarde, el obispo presidió también los actos en Villa de la Quebrada, 40 kilómetros al norte de la ciudad de San Luis, donde también estuvo el vicegobernador.

Como cada 3 de mayo, la imagen del Cristo de la Quebrada, cubierta en una cruz de vidrio rodeada por claveles blancos y rojos, salió a la calle pasadas las 16 para transitar en peregrinación las principales calles del pueblo.

Los fieles caminaron detrás del Cristo e hicieron una columna interminable acompañada con aplausos y rezos.

Allí monseñor Martínez animó a los fieles a acercarse con humildad a los pies de Cristo “aún con nuestras faltas y pecados”, como una persona que camina con dificultad y dice: “rengo, rengo pero vengo, aquí estoy”.

«Dios nos ve y reconoce nuestras dificultades, nos quiere como somos, hay que dejarse abrazar por la misericordia”, manifestó el obispo.