12 mayo, 2024

Tiene 74 años y cambiando su estilo de vida puede correr maratones

No estaba del todo claro cuál era la carrera que disputaba Héctor Isaías Martínez a sus 42 años cuando llegó a una encrucijada, pero dos cosas fueron evidentes: que iba a toda velocidad y por la pista incorrecta.

Por Gabriel Rodriguez

Fumaba hasta tres atados por día y su salud estaba en peligro. Ahora su «vicio» es entrenar diariamente.

No estaba del todo claro cuál era la carrera que disputaba Héctor Isaías Martínez a sus 42 años cuando llegó a una encrucijada, pero dos cosas fueron evidentes: que iba a toda velocidad y por la pista incorrecta. Si seguía con el estilo de vida que llevaba, su salud estaba en peligro. Más de tres décadas después de aquel punto de quiebre, el hombre ve los frutos de haber virado a tiempo: tiene 74 años, disfruta sus días y todavía tiene energía y lucidez para participar de maratones.

Su incursión en el atletismo se dio «por prescripción médica» y casi por casualidad. «En aquel momento quise jugar al fútbol y me lesioné. Mi doctor me sacó una radiografía y me dijo que el desgarro, en quince días o en un mes, se podía solucionar. Pero como tenía los pulmones con nicotina y alquitrán, me podía traer grandes problemas en el futuro», recordó.

Héctor no se quedó del todo conforme con esa advertencia y le pidió al médico que no se anduviera con vueltas y le explicara sin tapujos las posibles consecuencias. «Me dijo que el basural de Villa Mercedes estaba más limpio que mis pulmones y que tenía entre un 95 y 98% de probabilidades de tener cáncer», repasó.

Entre las principales razones que lo motivaron a hacer el famoso «click», estuvieron sus cuatro hijos, que todavía eran pequeños, la ilusión de verlos crecer e, incluso, ser abuelo.

«Inmediatamente dejé de fumar y nunca más probé un cigarrillo, cuando yo consumía un mínimo de tres atados por día. Tenía mucha tos y mi piel era un cartón cuando la tocabas», aseguró.

En esa transformación fue clave el deporte, algo que siempre le había gustado, pero que solo había hecho de forma esporádica. El fútbol no era la mejor opción, porque los continuos cambios de ritmo lo podían afectar. Fue entonces que se inclinó por el atletismo, aunque de forma paulatina.

«Comencé de a poco, trotando cincuenta metros y caminando otro tramo, y así sucesivamente. A los seis meses de empezar, salí quinto en un torneo de Villa Mercedes y para mí ya era tocar el cielo con las manos, porque ya me sentía mucho mejor. Después continué ya con más esfuerzo, mi señora me acompañó, cambiamos a una comida un poco más sana y no paré nunca», resumió.

El atletismo se encarnó tanto en su vida que muchos le dicen que ahora ese es su vicio. Porque no puede pasar un día sin que él salga a mover las piernas.

No tiene un horario único. A veces sale por las mañanas y otras prefiere por la tarde. Lo que menos hace son cinco kilómetros. En algunas ocasiones recorre ocho, otras diez y hasta dieciséis. Como vive en el barrio ATE 2, le resulta cómodo tomar por la avenida Jorge Newbery para enfilar hacia la entrada de la V Brigada Aérea, el que fue su espacio de trabajo durante décadas y el motivo por el que llegó a la ciudad desde Mendoza cuando era militar.

«En 32 años de andar, mi casa se ha llenado de medallas y trofeos. Y adonde yo pueda ir a competir, voy. Sobre todo adónde me lo permita la parte económica, porque es un gasto, entre las zapatillas, el combustible para viajar, la inscripción y demás», reconoció. Hace poco, por ejemplo, se sumó a la media maratón de La Pedrera y completó los 21 kilómetros en algo más de dos horas.

Aquella ilusión de ver crecer a sus chicos, se hizo realidad. La cosecha aumentó y le dio cuatro nietos y un bisnieto. Su actual pareja también tiene su propia descendencia, que pasó a convertirse en una familia gigante para Héctor.

«Mi vida cambió un cien por ciento. Creo que llevando un estilo saludable, uno puede estirar los años y gozarlos más. Ahora me dedico a esas dos cosas, a correr y a mi familia», sentenció el hombre que está a punto de cumplir 75.