Fiamma Pedroso tiene 17 años, trabaja en un kiosco justo enfrente del boliche Le Brique, en Villa Gesell, y le vendió un helado a Fernando Báez Sosa minutos antes de que lo mataran los rugbiers, y contó que lo vio tranquilo y que repentinamente fue atacado a golpes.
En diálogo con varios medios, Fiamma contó que la noche del crimen estaba trabajando en el kiosco, un local que ofrece autoservicio inteligente para ciertos productos, y afirmó que «no estaba nervioso ni con ganas de pelear».
La testigo, una de las últimas personas que lo vio con vida dijo que Fernando y su amigo compraron un helado y se quedaron en la vereda. «En ese momento salieron los otros y los atacaron», señaló.
Fiamma sostuvo que primero escuchó un griterío fuerte, pero no salió a ver enseguida por temor, y que cuando se asomó vio cómo les pegaban, aunque que no escuchó hablar a los atacantes. «Solo los veía pegar, no los vi hablar».
El negocio, que es de su hermano, está justo enfrente del boliche Le Brique, lugar que se encuentra a diez metros del lugar donde Fernando fue pateado hasta quedar inconciente. «Eran un montón, cuatro o cinco le estaban pegando. La ambulancia tardó unos 30 minutos. Me hubiese gustado hacer algo», concluyó.
Este martes, la Justicia imputó por el crimen de Fernando Báez Sosa en Villa Gesell a los rugbiers Máximo Thomsen y Ciro Pertossi como coautores del homicidio y a los otros nueve sospechosos de haber participado del hecho.