25 abril, 2024

Condenan a cadena perpetua a los padres acusados de asesinar a su hija de cinco meses

La Cámara del Crimen Nº 2 condenó a Mario Molina (24) y Esperanza Barzola (25), a prisión perpetua por el homicidio triplemente calificado de su hija, la pequeña Nazarena Molina de tan solo cinco meses, cometido a fines de 2014.

Ciudad de San Luis.- La Cámara del Crimen Nº 2 condenó a Mario Molina (24) y Esperanza Barzola (25), a prisión perpetua por el homicidio triplemente calificado de su hija, la pequeña Nazarena Molina de tan solo cinco meses, cometido a fines de 2014.

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El tribunal compuesto por Hugo Saá Petrino, Fernando De Viana y Gustavo Adolfo Miranda Folch, entendieron que la pena pedida por el fiscal de cámara Fernando Rodríguez era justa y condenaron a los padres como coautores con los agravantes del vínculo, ensañamiento y alevosía.

El caso

El viernes 28 de noviembre de 2014, cerca de las 11:00, la beba de 5 meses fue trasladada en ambulancia al Hospital San Luis. Su madre, manifestó en ese momento que se había caído del cochecito. Mientras tanto su padre, Mario Molina, se había quedado en la casa donde ambos vivían, en la calle Lavalle y Vicente Dupuy del barrio San Martín, junto a su otra hija de 2 años.

Producido la muerte de la beba, la madre fue trasladada a la Seccional 4ª. Allí aseguró a la Policía que su pareja y padre de Nazarena las maltrataba físicamente.

El médico policial, Alfredo Samper Battini, convocado al respecto en el hospital, constató en el cuerpo de Nazarena signos de castigos viejos y recientes. Tenía arrancados los pabellones auriculares, producto de tirones de oreja. En ambos órganos había lesiones de vieja data, pero en el derecho, una lastimadura nueva se superponía con una antigua.

Además, tenía marcas de puños en la espalda, el pecho, los brazos y la cabeza, como también hematomas en la cara. Y descubrieron aproximadamente nueve quemaduras de cigarrillo en la pierna, en la zona de la cola.

La pequeña sufrió una hemorragia intestinal, desatada por dos severos golpes que recibió en la espalda. Pero el sangrado que le quitó la vida fue en la cabeza: le dieron dos trompadas en los parietales, que desencadenaron un sangrado cerebral. Los forenses calcularon que esa lesión fue unas 48 horas antes de la muerte.

El domingo 30 de noviembre Molina no se calló en la indagatoria. Aseguró que entre el miércoles 26 y el viernes 28 estuvo en un campo, haciendo tareas rurales. Además de desligarse de cualquier responsabilidad en el asesinato de su hija, le cargó todas las culpas a su mujer.