26 abril, 2024

Teresa de Calcuta, la monja que fundó una congregación muy especial tras escuchar «una llamada» en la india

Inés Gonxha Bojaxhiu, conocida universalmente como Teresa de Calcuta, encarnó la imagen de la devoción y el compromiso con los más desfavorecidos convirtiéndose para muchos en una santa en vida, una condición que el Vaticano reconoce desde hoy, tras un procedimiento en tiempo récord.

Inés Gonxha Bojaxhiu, conocida universalmente como Teresa de Calcuta, encarnó la imagen de la devoción y el compromiso con los más desfavorecidos convirtiéndose para muchos en una santa en vida, una condición que el Vaticano reconoce desde hoy, tras un procedimiento en tiempo récord.

madre-teresa

La madre Teresa, nombre que adquirió durante su noviciado en Irlanda por Teresa de Lisieux, nació en 1910 en el seno de una familia católica en Skopje, hoy capital de la República de Macedonia y entonces bastión disputado por los albaneses en los estertores del Imperio Otomano, según un cable de Efe.

A los ocho años perdió a su padre y a los 18 puso rumbo a Irlanda para entrar a las Hermanas de Loreto, que la llevaron a su comunidad en Calcuta para comenzar un trabajo misionero que ya nunca más dejaría.

Con ellas estuvo hasta que en 1946, en un viaje de Calcuta a Darjeeling en tren, sintió «una llamada» en la que Cristo le dijo: «Ven, sé mi luz» y se decidió a fundar las Misioneras de la Caridad, la congregación que se distingue universalmente por los saris blancos con ribete azul y que hoy cuenta con 745 centros en 140 países, más de 5.000 misioneras y una legión de voluntarios.

«De sangre soy albanesa, de nacionalidad india, por fe una monja católica, por mi devoción pertenezco al mundo, por corazón pertenezco completamente al corazón de Jesús», decía.
En 1971 fue galardona con el Premio Internacional de la Paz Juan XXIII y el Premio Nacional Kennedy en EEUU. Ese año la primera ministra india Indira Gandhi le otorgó el título «Padanshi» (Loto Hermoso).

En 1972 recibió del gobierno indio el premio Pendit Nehru a la comprensión internacional y en 1975 fue designada por la Santa Sede representante en México ante la Conferencia Mundial de Naciones Unidas con motivo del Año Internacional de la Mujer.

En 1979 le fue concedido el Premio Nobel de la Paz por su labor caritativa entre los indigentes del mundo y un año después participó como auditora religiosa en el sínodo convocado en 1980 por el papa Juan Pablo II, a quien la religiosa convenció para que en 1987 se abriera un albergue para indigentes dentro del Vaticano.

Supo explotar su imagen pública junto a figuras como la princesa Diana de Inglaterra o el presidente estadounidense Ronald Reagan para dar proyección mundial a su trabajo y recibió duras críticas por sus posturas para muchos ultraconservadoras, de defensa a ultranza de las políticas antiabortistas y contra el divorcio.

A comienzos de los ochenta su salud se debilitó. En 1989 le fue implantado un marcapasos y tras pasar por varios hospitales de Italia, India y otros países, contrajo la malaria en la India que se agravó debido a sus problemas pulmonares y cardíacos.

Finalmente, tras varias recaídas, el 5 de septiembre de 1997, la llamada «santa y madre de los pobres» falleció en la unidad de cuidados intensivos del asilo de Woodlands, en Calcuta. Pocos meses antes de su muerte había sido sustituida al frente de la congregación por la hermana Nirmala.

El 13 de septiembre fue enterrada en la capilla de la sede de su congregación con honores militares y a su funeral asistieron millares de personas, entre ellas pobres y desheredados, así como reinas y jefes de Estado y de gobierno de todo el mundo.

El 19 de octubre de 2003, seis años después de su muerte, Juan Pablo II proclamó beata a Teresa de Calcuta, en el proceso de beatificación más rápido en la historia de la Iglesia moderna.
En diciembre de 2015, el papa Francisco firmó el decreto que reconoce el supuesto milagro por el que la beata albanesa fue hoy proclamada santa.